Fortalecemos la Solidaridad Antiimperialista y Antiyanqui
Luis Emilio Veintimilla Ortega, Secretario General Comité Ecuatoriano de Apoyo a la Reunificación Independiente y Pacífica de Corea Manta, Ecuador
La Segunda Guerra Mundial constituyó un incentivo muy poderoso para que se afirme y consolide el Complejo Militar Industrial de Estados Unidos. Concluida la conflagración mundial, Estados Unidos, fortalecido por el negocio de armas en el mundo, usó la bomba nuclear para consolidar su poderío universal, levantando esta invención criminal como amenaza al campo socialista representado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Vencido el Japón militarista que había formado parte del Eje del Mal: Roma - Berlín - Tokio; y, destrozado el imperio fascista, Estados Unidos levantó la política Macartista alimentando una cruzada mundial anti comunista, afirmada con la Doctrina Truman y el Plan Marshal. La Unión Soviética había salido airosa en el combate al fascismo, y la figura de Joseph Stalin enardecía a los pueblos en búsqueda de su liberación. Estados Unidos se impuso la tarea de condenar toda expresión que le pudiera parecer propaganda o acontecimientos sustentados en la ideología del marxismo leninismo o del comunismo científico.
Es en este escenario internacional que el pueblo coreano, bajo la dirección de su partido de vanguardia, el Partido del Trabajo de Corea dirigido por el camarada Kim Il Sung, enfrenta la liberación de la península coreana luego de vencer al ejército japonés. Estados Unidos consideró que si había sometido al Imperio de Japón, estaba en su derecho de someter al pueblo coreano, como parte de su política anticomunista.
Estados Unidos y el complejo militar industrial pensó que sería una tarea fácil, pasearse sobre el territorio de la península coreana. Los hechos demostraron lo contrario. La heroicidad de los coreanos inspirados en el marxismo leninismo bajo la conducción de Kim Il Sung, hicieron posible lo imposible. Estados Unidos usó la estrategia de tierra arrasada, pero, fueron obligandos a firmar el Armisticio el 27 de julio de 1953, y de los escombros se levantó la República Popular Democrática de Corea.
Desde entonces, ha corrido mucha agua bajo el puente. Cayó el Socialismo Real, en sus territorios se asentó el capitalismo, estos países se volcaron a la OTAN, China puso en marcha la política de “un país, dos sistemas”; el imperialismo norteamericano se alzó como una fuerza unipolar.
Desde Richard Nixon hasta la contemporaneidad, el objetivo estratégico de Estados Unidos ha sido el aniquilamiento de la República Popular Democrática de Corea o como la llama, Corea del Norte. En las condiciones de la globalización, Estados Unidos ha incorporado al sistema imperialista en esta lucha ciega y estéril contra el pueblo coreano y su patria.
Es aquí donde quienes hemos tenido la suerte de conocer la patria de Kim Il Sung nos encontramos con lo que solamente podemos llamar un milagro. Grande, hermoso este pueblo, libre, sano moralmente, con una capital construida con delectación de artista. La Idea Juche es un arma poderosa creada por Kim Il Sung y desarrollada luego por Kim Jong Il y Kim Jong Un, convertida en una fuerza material por haber ingresado a la conciencia del pueblo.
Ese milagro material y espiritual en la República Popular Democrática de Corea, hace que el imperialismo, especialmente el norteamericano, se vea obligado a buscar una serie de artimañas para impulsar el aislamiento de Corea en el plano internacional, a buscar sanciones por parte de la ONU, a hostigar con medidas económicas de asfixia y bloqueo total. Corea, venciendo los afanes del imperialismo yanqui, juega un destacado papel en el Grupo de los 77 que es la organización intergubernamental de países en desarrollo, dentro de Naciones Unidas.
Es inaudito que el poderoso país imperialista trate de disponer en el mundo sus intereses y tratar de someter a sus designios la suerte de los pueblos del planeta. Ciertamente que el imperialismo no es un monstruo con pies de barro, pero puede ser enfrentado y derrotado, como lo demuestra la historia. Vietnam expulsó esa carroña en 1975.
La solidaridad de los pueblos del mundo con la República Popular Democrática de Corea, con su fuerza política, el Partido del Trabajo de Corea, con sus líderes y dirigentes esclarecidos, visionarios, patriotas, inspiradores, es también solidaridad con los pueblos del mundo que luchan por su liberación. No podemos llamarnos demócratas si no usamos cada uno de nosotros los espacios en donde realizamos diariamente nuestra vida, para levantar la voz anti imperialista, la acción anti imperialista, el arte anti imperialista, la literatura y la poesía anti imperialista, la actividad política antiimperialista. Como dijera el Che de América: “si no luchamos juntos, nos matarán por separado.”
Luis Emilio Veintimilla Ortega
Secretario General Comité Ecuatoriano de Apoyo a la Reunificación Independiente y Pacífica de Corea Manta, Ecuador